viernes, 29 de abril de 2011

Posada Fuente de la Aceña

Hacía tiempo que quería conocer de cerca la tierra que vio nacer a mi familia materna: Valladolid. Con esa excusa y la de visitar distintas bodegas y conocer un poco más de cerca la tradición vitivinícola de la zona, en pleno noviembre organicé una escapada de fin de semana a la  Ribera del Duero. La noche del viernes y el mediodía del sábado habíamos comido en los tradicionales asadores de la región y para la noche del sábado nos apetecía probar algo más especial. La recepcionista del hotel en el que nos hospedabamos nos recomendó este lugar y allá que nos fuimos. Se trata de un pequeño hotel-restaurante situado en la localidad vallisoletana de Quintanilla de Onésimo a la orilla misma del río Duero, en lo que antiguamente fue un molino harinero.

Llegamos algo temprano y el restaurante aún estaba cerrado, hacía un frío que pelaba y era noche cerrada,  por lo que decidimos hacer un poco de tiempo tomando una copita de vino y hojeando alguna revista en la zona de recepción y cafetería, que resultaba muy cálida. Predomina la madera, las paredes de piedra y ladrillo visto, el hierro forjado y las telas en tonos caldera. A un lado está la recepción, unos sofas y una pequeña exposición y tienda con los vinos de las bodegas cercanas (Pingus, Arzuaga, Vega Sicilia, etc.). Y, separada por las escaleras que llevan al restaurante, la zona de la cafetería, que consta de una barra y una agradable zona de estar.


El restaurante tiene dos comedores a los que se accede subiendo unas escaleras (un pequeño inconveniente si se viaja con cochecito de bebé o si se tiene algún problema de movilidad). El comedor de la primera planta es  muy íntimo y acogedor con las paredes de piedra vista, aunque aquel día estaba cerrado. El comedor de la segunda planta, en el que estuvimos, es más amplio y goza de unas excelentes vistas al río. Las mesas son grandes y están muy separadas entre sí. Están vestidas con mantelería de lino y vajilla en color blanco.

 

La carta ofrece una cocina creativa e innovadora basada en los productos tradicionales de la Ribera del Duero. Ofrecen un menú degustación por 35 euros, aunque nosotros finalmente no optamos por él. De primero compartimos unas verduritas salteadas con foie. Al principio me quedé un poco sorprendida, porque esperaba las verduritas de siempre tomatitos, cebolletas, trigueros, etc., a la plancha y, sin embargo, había un poco de todo, incluso coliflor. Estaban francamente ricas. De segundo cochinillo con manzana (delicioso) y solomillo a la plancha (estaba bien, aunque no consiguieron darle el punto a la primera). De postre un coulant de chocolate con helado de mandarina, una combinación de sabores muy original. La carta de vinos ofrecía referencias de distintas denominaciones, tanto nacionales como internacionales muy bien escogidas, aunque obviamente el peso lo tenían los vinos de la Ribera del Duero. Elegimos uno de algún Pago de la zona. No sé en qué estaba pensando aquel día, pero no recuerdo cuál era... Y como ya sabréis, mis comidas no pueden terminar sin un café, en este caso era un café italiano Lavazza (normal).

El joven personal era atento y amable, pero aquel día había bastantes comensales y estaban algo desbordados, lo que hacía que los platos tardaran un poco más de la cuenta en llegar a la mesa. Por lo demás, todo correcto.

En resumen, si estáis por la Ribera del Duero, y os apetece comer en un sitio distinto a lo que se estila en la zona o simplemente tomaros una copa o un café, merece la pena acercarse a este lugar.

Precio medio (con vino): 50 euros


Posada Fuente de la Aceña
Calle del molino, s/n
47350 Quintanilla de Onésimo
Valladolid
Tel. 983 680 910
http://www.fuenteacena.com/

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