lunes, 11 de julio de 2011

Recorriendo Los Lagos italianos I: Milán-Lago di Como-Milán

Como os comentaba en la entrada sobre Milán, esta ciudad es el lugar idóneo desde el que descubrir la zona norte de Italia, una zona que no suele ser tan frecuentada por españoles, más habituales del circuito Roma-Florencia-Venecia. Yo tenía muchas ganas de conocer este lugar animada, en parte, por una amiga apasionada de la escalada que me había hablado de sus maravillas y de su impresionante paisaje. En las próximas entradas, y sin ánimo de resultar pesada, intentaré contaros de la manera más amena posible mi viaje por los grandes Lagos. Y la historia comienza así:

Milán-Lago di Como-Milán
Habíamos alquilado un coche y, después de desayunar un espresso macciato y un brioche en Choco Cult, salimos rumbo a Como. Está a unos 70 km de Milán, se llega rápido en coche, aunque hay algo de tráfico, ya que es la carretera que te lleva al aeropuerto de Malpensa. Si lo prefieres, también puedes coger un tren en la estación de Cardona, el viaje dura aproximadamente una hora. Nosotros llegamos a media mañana, era sábado y había mercado, dejamos el coche en un párking algo alejado del centro y fuimos caminando hasta el casco antiguo. El pueblo es realmente bonito, algo turístico, eso sí, sobre todo si vas en agosto (como era nuestro caso). Hizo un día de sol y calor estupendo, fue una suerte, porque si te toca un día de niebla no puedes disfrutarlo de la misma manera. Paseamos por sus animadas calles empedradas, visitamos la Catedral y la Basílica de San Fedele. Muy cerquita de allí visitamos la tienda gourmet Visini. Luego nos acercamos a las orillas del Lago, dimos un tranquilo paseo a pie su orilla. También hay barquitas para recorrer sus aguas e ir haciendo paradas en los distintos pueblos que jalonan sus montañas e incluso un funicular.


Comimos en Il Pomodorino, como siempre, tardamos un poco en encontrarlo, ya que estaba apartado del bullicio y escondido entre las estrechas callejuelas. Entramos animados por los consejos de la guía Lonely Planet, que no suele fallarnos. La decoración era un poco llamativa, muy italiana... Comimos en el jardín, por su puesto. Hacía bastante calor y, como no debía de ser muy conocido entre los turistas, comimos prácticamente solos. Todo estaba muy rico, era mi cumpleaños y resultó una comida de lo más agradable.

Después de comer, continuamos nuestro viaje bordeando los dos brazos de la Y que forman el Lago. De vez en cuando nos deteníamos para hacer fotografías y disfrutar del paisaje. A media tarde llegamos a Bellagio, muy  bonito, aunque algo turístico también. Sin embargo, hay que pararse aquí, aunque solo sea para ver el punto donde se unen los dos brazos de la Y. Sin palabras!


Terminamos el día en Lecco, este pueblecito rodeado de montañas resultó ser un lugar muy tranquilo y nada turístico, me encantó, era la auténtica Italia. Se nos había hecho un poco tarde y todas las tiendas estaban cerradas, ya sabéis que en Italia, aunque tienen un caracter abierto y fiestero, siguen el horario europeo. Solo pudimos tomar un mojito y el aperitivo en la plaza del pueblo y dar un paseo por el ya iluminado Lago. Llegamos a Milán justo para dormir y coger fuerzas para el resto del viaje que estaba por venir.

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