miércoles, 8 de febrero de 2012

Ruta por la Borgoña III (Aloxe Corton-Dijon)

Nuestra siguiente jornada empieza en Aloxe Corton, un pueblo un tanto especial porque la mayoría de las casas son en realidad domaines en los que podréis probar una gran variedad de sus vinos. Nosotros nos sentamos en el patio de uno que encontramos abierto a disfrutar de un día soleado, la tranquilidad de la zona y un vino riquísimo por unos 6 euros la copa. ¡Un planazo! Me encanta sentarme tranquilamente en una terraza a disfrutar del buen tiempo y recargar pilas. 

Muy cerca de Aloxe Corton se encuentra uno de los restaurantes que más nos llamó la atención de la Borgoña pero que no tuvimos la suerte de poder disfrutar, Le Charlemagne, ya que fusiona el minimalismo japonés con la cocina más tradicional de Borgoña. Dicen que siempre hay que dejar algo por conocer en los sitios para tener una excusa para volver y esta es una de nuestras espinitas. Si lo probáis, por favor, ¡¡contádnoslo!!

Al día siguiente, decidimos acercarnos a desayunar a Mersault y cuál fue nuestra sorpresa cuando descubrimos que en todo el pueblo ¡no hay ni un solo sitio donde tomar un café! Así que compramos un croissant y nos sentamos en la plaza del pueblo a comerlo...

Después del éxito de nuestro desayuno, nos acercamos a visitar el Château de Mersault. Sus viñas y bodegas son preciosas y realmente recomendables. 


De hecho, la sala principal de su bodega llena de barricas de madera está premiada como la más bonita de la Borgoña. 



Como os decía, pasear por sus laberínticos pasillos llenos de botellas merece la pena, y hacer la cata también, pues por 15€ probaréis siete vinos de esta bodega, por supuesto, los más asequibles de su oferta, pero aún así de calidad. A nosotros nos gustaron especialmente los blancos. 

Y ya que estáis cerca de Pommard os recomiendo encarecidamente que os acerquéis a comer a Auprès du Clocher. Es un restaurante increíble del que ya os hablamos en otra entrada que nos encantó y por el que merece la pena volver a la Borgoña. 

Desde aquí y camino a Dijon, hicimos parada en Vougeot, un pueblo con bastante vida en el que visitamos el Château du Clos de Vougeot, un antiguo château donde hacen vino los monjes desde hace cientos de años. Merece la pena la parada. 



Nuestra ruta termina en Dijon que como el resto de la Borgoña lo encontramos completamente vacío y todo cerrado. Hay que decir también que llegamos el 15 de agosto, así que si vais a visitar esta zona en verano, tenedlo en cuenta. 

Dijon es una localidad bastante más grande que el resto de pueblos de Borgoña, de hecho es su capital, pero tiene el mismo encanto. Sus calles empedradas y su arquitectura merecen una visita. Encontraréis una ciudad moderna con calles comerciales, marcas conocidísimas, restaurantes, cafés... pero enmarcado en edificios del siglo XVII. 



Pasamos pocas horas en Dijon ya que nuestro destino final era Saulieu y todavía nos esperaba una sorpresa, pero será la próxima semana. ¡Hasta entonces!


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