domingo, 22 de enero de 2012

Ruta por la Borgoña I (de París a Beaune)

Aunque parezca mentira, llegamos a Borgoña una tarde de verano. Nosotros optamos por ir vía París, aunque también se puede llegar desde Lyon. Cogimos la Autoroute du Soleil, la A6, hasta Auxerre donde hicimos nuestra primera parada. Merece la pena detenerse en esta villa medieval, dar un paseo por su casco antiguo y disfrutar de casas preciosas y antiquísimas con travesaños de madera, su abadía, la catedral y un sin fin de tiendecitas de todo tipo con fachadas de madera de múltiples colores. Aunque el pueblo es algo enrevesado para entrar con el coche, en pleno centro disponen de un parking público bastante grande donde es muy cómodo dejar el coche. 

Volvía a llover y seguimos ruta hacia nuestro destino, Beaune. Lo hicimos por la antigua Route Nationale 6, atravesando el bosque de Morvan. Si vais sin prisa merece la pena sin lugar a dudas, porque aunque no sea aquí donde se empiecen a ver viñedos, el paisaje del bosque mezclado con pequeños pueblos muy cuidados con sus casitas de piedra y tejados de pizarra, es precioso.



Ya sobre las 9 de la noche llegamos a Beaune. Fue el pueblo que más nos gustó de la Borgoña, porque aunque todos son preciosos y están cuidados hasta el más mínimo detalle, Beaune es el más animado y dónde se puede encontrar una mayor oferta de tiendas, restaurantes, cafeterías... Y aún así a las 9 y media de la noche ¡¡¡nos costó encontrar dónde cenar!!! Os aseguro que llegó a ser un poco agobiante el tema de los horarios porque son muy diferentes a los nuestros y pasada la hora, no encuentras dónde comer. Al final lo conseguimos en Relaix de Saulx. Tomamos Pavé de Boeuf (16€) y Volaille fermière pochèe et risotto de truffe (21€), acompañado de un Ruly Premier Cru (26€).


Este fue nuestro primer contacto con la gastronomía borgoñona y lo cierto es que no nos impactó tanto como imaginábamos, quizá porque íbamos esperando que no daríamos abasto a probar delicatessen a todas horas y que encontraríamos una cocina de vanguardia que nos dejaría locos, por aquello de que es la zona con mayor acumulación de estrellas michelín del mundo y por todo lo que habíamos leído sobre la gastronomía de esta zona. Y sin embargo, nos encontramos una cocina muy tradicional y por si fuera poco, después de pasados unos días, te das cuenta de que las cartas de los restaurantes se parecen bastante entre sí. 

Después de nuestra primera cena, dimos una vuelta por el pueblo que estaba muy animado, lleno de terrazas y muy bonito iluminado. 



A la mañana siguiente, después de desayunar el croissant y café de rigor, nos dedicamos a conocer el pueblo. Era sábado, había mercado y estaba animadísimo. Antes de comer, nos dimos una vuelta entre los puestos que tenía unas calles dedicadas a alimentación y otras a ropa y demás enseres típicos en los mercados. Nos encantaron los puestos de alimentación por la calidad de los productos que vendían, te apetecía comprarlo todo: qué quesos, madre mía; por no hablar de los embutidos... qué pinta! Y cómo olían! 


Entre las callejuelas de Beaune, también encontraréis bodegas antiquísimas y un montón de tiendas donde poder comprar vino o tomarlo por copas. A nosotros nos gustó 
Bistro Bourguignon, que es un local muy curioso cerca de la plaza Carnot con una terraza muy agradable donde puedes probar todo tipo de vinos de Borgoña, eso sí, no esperéis probarlos a precios populares porque la copa no baja de 6€ o 7€. 


Después del paseo y las compras, es genial sentarse en una terraza para comer, reponer fuerzas y seguir adentrándose en la zona.  


Nosotros elegimos Le gourmandin, un restaurante típico de Beaune donde comimos bastante bien. Como veis la terraza es muy acogedora y agradable aunque las mesas están un poco juntas. Tomamos Magret confit à l'ail et chips d'ail (24€) y Boeuf borguignon et tagliatelles (19€), la comida aunque bastante tradicional, estaba rica. 


Después de la comida, decidimos acercarnos hasta los Hospices de Beaune. Se trata de uno de los mejores ejemplos de arquitectura del gótico final francés, que en su momento fue una importante institución de caridad y hoy es un museo que recuerda su pasado y en el que se sigue llevando a cabo una importante subasta de vino de la zona con fines caritativos, dirigida por Christies. 




Después de la tarde cultural, toca buscar donde cenar. La noche anterior nos habíamos fijado en La Grilladine y decidimos probar. El restaurante tiene varias salas con decoraciones diferentes y dispone de una terraza preciosa para comer o cenar. La comida no nos pareció excepcional aunque quizá no hayamos sido muy objetivos teniendo en cuenta nuestras altísimas expectativas de la comida local.





Y esta fue nuestra primera jornada en Borgoña, justo como esperábamos, tranquila pero muy interesante. Perfecto para abrir boca y despertar al día siguiente expectantes por seguir conociendo la zona. 

Por cierto, tanto si os alojáis en el pueblo como si no, junto a la muralla de Beaune hay varios parkings gratuitos donde se puede dejar el coche sin problema a dos pasos del centro. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario