lunes, 10 de diciembre de 2012

Évora

Nuestras vacaciones del pasado verano transcurrieron por tierras lusas. En ellas encontramos pequeños y grandes tesoros que os iremos descubriendo poco a poco. En la entrada de hoy voy a hablaros de Évora. Una ciudad de la región del Alentejo muy cercana a España y que, por su tamaño, se puede visitar en un día, o si os lo queréis tomar con un poquito más de calma, es ideal para una escapada de fin de semana.

Nosotros decidimos alojarnos en el hotel M'ar De AR Aqueduto, un fantástico hotel situado al ladito mismo de los restos del acueducto romano Agua da Prata. Todo en él resultó perfecto: la moderna decoración, el trato atento de su personal, el riquísimo y variado desayuno y su ubicación, perfecta para recorrer a pie la ciudad, así como por las maravillosas vistas al acueducto que se tienen desde los pasillos, la piscina y algunas habitaciones (no la nuestra...).




Como llegamos a eso de las dos de la tarde de un caluroso día de agosto, decidimos guarecernos un par de horas del sofocante calor alentejano y disfrutar de la piscina y de las zonas comunes. Una experiencia tan agradable que nos supo a poco y nos quedamos con las ganas de probar algún tratamiento del spa que tenía una pinta estupenda.



Ya por la tarde salimos a descubrir la ciudad un poco al azar y sin grandes pretensiones.  Era el final del viaje y tan solo queríamos pasear y saborear aquel momento. A nuestro paso nos encontramos con  la Praça do Giraldo en la que nos detuvimos a tomar un buenísimo café portugués en una de sus terrazas. La Rúa 5 do Outubro, en la que podéis comprar todo tipo de curiosidades y artesanía, nos condujo a la Catedral y al famoso Templo de Diana, una muestra más del paso de los romanos por esta ciudad.

 


Como en Portugal anochece una hora antes que en España y además tienen horarios europeos, más vale no despitarse con la hora de la cena si no queréis volver al hotel con el estómago vacío. El restaurante que elegimos para darnos uno de los últimos homenajes fue Dom Joaquim, conocido por ofrecer comida tradicional del interior del Alentejo, basada en guisos más contundentes, carnes y platos de caza.




El trato del personal fue excepcional y siguiendo sus consejos, yo me pedí cordero asado (el mejor que he comido en toda mi vida) y mi chico un solomillo con salsa de mostaza. El chico que nos atendía sabía bastante de vinos, así que también seguimos sus recomendaciones y tomamos un vino tinto de la zona llamado Monte Maior. Aunque las raciones son abundantes, no nos pudimos resistir a probar sus postres caseros, estaban espectaculares. Terminamos la cena con un café y unos chupitos de licor de bellota. Salimos de allí encantados con el trato recibido, la excelente comida y un más que razonable precio (58 euros).

Y esta fue nuestra primera toma de contacto con Évora, una pequeña ciudad encaramada en una colina, de estrechas y serpeteantes calles blancas por las que merece la pena perderse.





2 comentarios:

  1. Leer estos reportajes es casi como viajar......estupendos

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  2. Nos alegra que te hagamos viajar,aunque sea desde el sofá de tu casa! Muchas gracias por seguirnos. Un abrazo.

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